Scientist Rebellion como acontecimiento disruptivo
- Daily Rodríguez
- 27 jun 2024
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 11 jul 2024
Por Daily Rodríguez Ramírez
Advertencia al lector: este artículo contiene un cartografía visual sobre los factores que configuran a Scientist Rebellion como un acontecimiento irruptivo y las imagenes de poder/potencia que construyen este movimiento como un referente para estos conceptos. Se recomienda ver la cartografía y sus componentes a detalle ya que en Pulpo Escarlata somos devotos de la imagen como narradora fuera de los regímenes normalizados de visibilidad.
Algunas iniciativas internacionales, como la Public Communication of Science and Technology (PSCT) y la International Environmental Communication Association (IECA), promueven un trabajo colectivo en torno a la comunicación de problemáticas ambientales. Una característica distintiva entre ambos escenarios de práctica radica en que, de una parte, lo ambiental es un tópico a comunicar desde la comunicación pública de la ciencia (CPC), pero, a su vez, la ciencia es el soporte en que descansa el ejercicio de la comunicación ambiental. Si desde la CPC el foco de atención recae en el interés e involucramiento con la ciencia y el conocimiento científico, desde la comunicación ambiental el énfasis se coloca en la búsqueda de un cambio de percepciones que se traduzcan en una participación activa desde la cual incidir en el cambio de políticas públicas, o en la toma de decisiones (Herrera Lima, pp.1-2).
De acuerdo con Reguillo (2017, p.21), analizar la sociedad contemporánea —y lo que implica inherentemente sus problemáticas sociales coherentes con cada contexto sociocultural particular— implica poner en tela de juicio la idea de la normalidad como una situación “natural”. Toda vez que es una construcción histórica que es producida y compartida por una sociedad hasta que un acontecimiento rompe y hace visible esa aparente normalidad. Se trata entonces de no evadir la mirada que mira y las consecuencias de índole sociopolítico sobre lo que es mirado.
Como parte de los regímenes de visibilidad operan lógicas de poder político que deviene en poder cognitivo y que determina qué es lo visible y lo invisible configurando los modos de mirar.
No obstante, tal régimen de in-visibilidad también es portador de cierto potencial transformador.
En esa lógica, la problemática social y el desafío que supone la crisis ambiental global implica dar un paso más, implica transgredir las prácticas habituales de investigación y comunicación científica para dar paso al activismo científico. El movimiento español Scientist Rebellion se puede entender como ese acontecimiento disruptivo al que nos referimos con anterioridad en el sentido de que problematiza el poder instituido, no sólo de la ciencia, sino también de los partidos políticos y del poder policial.
Desde una postura considerada como “desobediencia” civil, Scientist Rebellion busca movilizar a la comunidad científica frente a la inacción política y desencadenar un punto de inflexión social que ejerza presión social sobre los gobiernos los cuales politizan la realidad climatológica, y hacen caso omiso a la evidencia científica.
Lo colocado por Benasayag y Del Rey (2012) aporta herramientas para comprender el modo en que los científicos y científicas están reconociendo y habitando el conflicto desde la premisa de que el conflicto como tejido del ser remite a una puesta en multiplicidad que no se agota en la confrontación de dos entidades en pugnas. Scientist Rebellion está llevando a cabo propuestas pacíficas ampliando el conflicto en nuevas dimensiones desde el propio lugar que están ocupando en el paisaje. No se trata de simplificar en artículos académicos la crisis ambiental sino de dar paso a la acción encabezada precisamente por quienes están obteniendo la evidencia científica y les permite someterla a escrutinio ciudadano en busca de ser escuchados.
Este movimiento activista ha logrado no sólo mirar las in-visibilidades que permean la cotidianidad sino también exponerlas. Ello se hace palpable si se piensa en los más de veinte países que se han lanzado a estas protestas en que a través de la “desobediencia” civil, los científicos desde la relación entre simbolismo, discurso y acción propuesta por Castoriadis (1983), reconfiguran el imaginario de que la lucha por el cambio climático solo concierne a grupos de jóvenes ambientalistas. Asimismo, deconstruye el imaginario solidificado, y hasta caricaturesco, desde el cual científicos y científicas —y por ende la propia ciencia— permanecen encerrados en un pedestal dedicados exclusivamente a la investigación y a la generación de mayores rentabilidades en el área de la tecnología y la innovación, incluso desligados de las consecuencias sociopolíticas de su proceder.
En una disputa por la representación, entendiéndose esta como un trabajo simbólico cuya reflexión permite ir más allá en el proceso de representación (Hall, 2010), Scientist Rebellion ha simbolizado con sus acciones, y en especial con el uso de pintura roja biodegradable, no sólo el crimen que concierne a la inacción política al no tomar en cuenta la evidencia científica sino también el estado crítico en que se encuentra el medio ambiente. Es decir, se enfrentan a la realidad con un realismo diferente (Mirzoelf, 2016) lo que les permite incidir en la “ocupación de un espacio de posibles” (Rancière, 2014, p.67) que no es más que el espacio público en el que debemos cohabitar todos.
Bien se pudiese estar pensando Scientist Rebellion de manera analógica como la fricción que ejerce la fuerza del agua y desde la cual, poco a poco, se van modificando y fracturando estructuras. Baste mencionar el auge de protestas por parte científicos y científicas que detonó en abril de 2022 tras muchos ser apresados como criminales donde el macro-poder policial, según lo propuesto por Rancière (2014, p.44), los considera un desafío para el poder instituido y, por tanto, la policía interviene y los retira arrebatándoles su derecho a ejercer la libre expresión y manifestación política y simbólica.
La irrupción de más de 60 científicos y científicas en el mes de octubre de 2022 en la apertura de la Cumbre Mundial de la Salud en Berlín en que desafiaron una vez más el poder instituido al sonar campanas de incendio, y luego pegarse al suelo con superglue. O el pasado 24 de julio de 2023 cuando se presentaron en la entrada de la sede de RTVE en medio de un debate electoral con el informe científico internacional del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), para visibilizar la gravedad del cambio climático. Ahí, una veintena de integrantes de Scientist Rebellion fue interceptada por la policía estatal española dejando ver el modo en que se intenta silenciar al conocimiento científico lo que trae consigo profundas implicaciones al quedar la ciudadanía privada de su derecho a la toma de decisiones con base a información científica.
No solo sobre la gravedad del impacto de la crisis climática, sino también de posibles estrategias de respuesta.
La convocatoria para unirnos a acciones de desobediencia civil pacífica está abierta de manera permanente. Scientist Rebellion simboliza el alza de la voz contra la inacción política en un intento de que cada vez se sumen más científicos y científicas, instituciones académicas y ciudadanía para llevar a cabo un proceso de co-gobernanza climática. Proceso que permita generar un punto de inflexión social y de transformación profunda con el medioambiente, pero desde la asunción de la idea de medioambiente como aquel que pone “en el centro del problema los vínculos y las prácticas sociales con la naturaleza, correspondientes a las formas que imponen los procesos de industrialización, la producción masiva y la expansión de la urbanización en el sistema económico vigente” (Herrera Lima, 2016, p.232).
CARTOGRAFÍA:

ZOOM IN, propuestas donde mirar:

La científica ecologista Emma Smart con una actitud imponente mientras es apresada por pegar artículos científicos sobre cambio climático e el edificio del Departamento de Negocios, Energía y Estrategia Industrial y adherirse a sí misma a la fachada del vidrio.

La bata blanca como símbolo se coloca fuera del lugar que "le corresponde"
Referencias
Castoriadis, C. (1983). La institución y lo simbólico. Lo simbólico y lo imaginario. En, La Institución Imaginaria I. (pp. 186-211).
Hall, S. (2010d). 20. El trabajo de la representación. En E. Restrepo, C. Walsh, & V. Vich (Eds.), Sin garantías: Trayectorias y problemáticas en estudios culturales (pp. 447-482). Envión.
Herrera Lima, S. (2016). El perìodo de la emergencia del medioambiente. En Del progreso a la armonìa: naturaleza, sociedad y discurso en las exposiciones universales (pp.217-249). ITESO.
Herrera Lima, S. (2018). Voces, narrativas y formas emergentes en comunicaciòn de la ciencia y problemàticas socioambioentales. JCOM- Amèrica Latina 01(1), A07.
Mirzoeff, N. (2016). Derecho a mirar. Revista Científica de Información y Comunicación. 13. pp. 29-65. Disponible en: http://icjournal-ojs.org/index.php/IC-Journal/article/view/358/313
Rancière, J. (2014). El Reparto de lo sensible: estética y política. Prometeo Libros.
Rancière, J. (1996). El desacuerdo. Política y Filosofía. Nueva Visión.
Reguillo, R. (2017). Paisaje I. Crisis y declive del proyecto civilizatorio. En Paisajes Insurrectos. Jóvenes, redes y revueltas en el otoño civilizatorio (pp. 21-50). NED; ITESO.
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