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TINTEROS: El anuncio del gabinete de la virtual presidenta electa de México


Dalila Flores

 

Sin duda alguna, ya se esperaban ciertos nombres en esta presentación de gabinete, lo que despierta una sorpresa (o por lo menos la mía) es el cambio de rango de que ahora es el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (perdón que aún me cuesta acostumbrarme al acrónimo CONAHCYT).

La construcción de esta nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación se levanta sobre el cimiento de un organismo que ha pasado por muchas transformaciones a lo largo del más reciente sexenio.

Desde la exclusión de algunas ciencias (como lo fue el caso de la biotecnología en el año 2020), la reestructuración de sus herramientas y los abruptos cambios en los apoyos a diferentes ramas científicas.

Estas transformaciones no siempre fueron positivas. De primera mano observé cómo los investigadores se enfrentaban a los diferentes percances y fallas que tenían los instrumentos para los registros que les permitían mantener los títulos necesarios para continuar en la profesión científica, o sea, prácticamente, para vivir.

Burocracia, burocracia, burocracia…y muchas veces ilógica.

Dos breves preocupaciones al respecto:


Todo esto me recuerda a un libro de Marcelino Cereijido, Ciencia sin Seso, locura doble (1994). Una invitación a reflexionar sobre la manera en la que la profesión del científico se ve sometida a procesos burocráticos que poco a poco le restan tiempo de invertir en procesos creativos, es decir, en el verdadero quehacer científico. Mi primera preocupación recaería justamente en eso, en el riesgo de que este nuevo rango implique un aumento en los trámites de cualquier índole, que poco a poco fragmenten quién puede y quién no ejercer la ciencia, así como el acceso a ella (que ya de por sí esto se da).

La segunda preocupación se encuentra en lo que representa el nuevo rango de “Secretaría” para este fenómeno de ciencia y burocracia; más que solo eso y de manera más profunda, su relación con el Estado. Se sospechaba ya que la trayectoria científica de la virtual presidenta electa hacía casi predecible un acento en las ciencias para el próximo sexenio. Sin embargo

¿Qué nos depara el hecho de que las Ciencias sean ahora parte del Poder Ejecutivo? ¿Implica una emancipación para el cuerpo científico o un aumento en la vigilancia de este mismo?

Como en toda relación de poder, siempre hay quienes resultan marginados y con el aumento de este sobre la ciencia, habrá que refugiarnos en la historia y participar hacia el ejercicio de políticas públicas (porque esperamos que la nueva Secretaria haga justo eso, dar voz fuerte y diversa a la ciencia) que se basen en unas ciencias más humanas, cooperativas y justas, una ciencia disonante que armonice en los contrastes. Porque la ciencia busca justo esto, el contraste que dinamiza; poner en jaque las estructuras normalizadas para desestabilizar realidades y crear perspectivas, crear resistencias.

Me preocupa un poco que esta cualidad de las ciencias se difumine en el cuerpo de un Estado que se pinta homogéneo color guinda…

 

Ahora la nueva secretaria, Rosaura Ruiz Gutiérrez, dictará el futuro. No se sabe cuándo comenzarán estos cambios y lo que realmente van a implicar en el quehacer científico.

De mi parte y como en un correo formal…

 

Quedo atenta.

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