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La ola neo-mexa en el arte contemporáneo.

Joaquín Arteaga Sánchez


“Una ola que nos escupe a los que estamos en la orilla”

Alan Maqueda


El pasado 11 de marzo del 2024 el artista Hidalguense Chavis Mármol colocó con apoyo del hotel boutique Colima 71 su obra “Neo-ta-meme”. De acuerdo con la publicación en redes sociales del mismo artista, esta pieza se compone de dos elementos significativos: una réplica de una cabeza Olmeca tallada en cantera de aproximadamente nueve toneladas, y un Tesla model 3, el cual fue destruido por el peso del colosal monolito.


La obra se emplazó en un terreno de la colonia Roma en la ciudad de México y llamó de inmediato la atención de transeúntes, trabajadores y habitantes de la zona, quienes no tardaron en compartirlo en redes sociales. Medios especializados y periodísticos como Aristegui Noticias o El Economista también publicaron sus reseñas; en ellas se destacaba además del trabajo del artista, el valor que tiene el arte para suscitar el dialogo e incluir temas sociales en nuestras conversaciones cotidianas. Esta respuesta en redes me recordó otras obras de arte contemporáneo que también juegan con la apropiación de signos prehispánicos y que también se hicieron medianamente virales en internet. Por ejemplo, el performance de Pepe Romero Mexique del 2022 en donde el artista besó y lamió algunas piezas de la colección del Museo Nacional de Antropología en CDMX; o el video del mismo Chavis Mármol del 2021 en donde aparece emulando ser un repartidor de comida de Uber, mientras cargaba con una mochila con la forma de una cabeza olmeca.


Imagen de registro del performance de Chavis Mármol de la serie llamada neo-ta-meme realizada en 2021. La imagen se tomó de la página web del artista. Chavismarmol.com/neotameme


Tanto en el caso de Chavis Mármol como en el de Pepe Romero, el registro audiovisual de la obra se volvió contenido viral para redes sociales, apareciendo en cuentas especializadas en arte, en periódicos digitales, incluso en plataformas menos formales. Recuerdo haberme enterado de la pieza de Chavis Mármol porque la vi compartida en una cuenta de memes en Instagram[1]. También recuerdo que independientemente del canal por el que se compartía la obra, era usual encontrar comentarios que se debatían en primer lugar, si esa obra era arte o no,[2] y, en segundo lugar, debates que ponían en tela de juicio el valor del arte contemporáneo frente al estudio de temas sociales como la identidad de lo mexicano, la globalización o el saqueo patrimonial.


[1] La cuenta @inventadas.inventada publicó el 12 de marzo un video de la obra de Chavis Mármol con la siguiente descripción: “Mientras tanto en alguna parte de México… una escultura WAITE CHIKAN DI 👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽 quedo perron paps Video de @colima.71
[2] Este tipo de comentarios deterministas que desacreditan todas las formas que no entran en la tradición de las bellas artes como arte, son parte de un debate más amplio sobre el valor y formas del paradigma contemporáneo fuera del circuito especializado en arte contemporáneo. Este tema, y el seguimiento del contenido difundido en redes sociales valdría investigarlo ampliamente desde el estudio de audiencias digitales.



Imagen publicitaria para la exposición “mi primer beso” del artista Pepe Romero en Salón silicón. Agosto 2023. Tomada de la cuenta de Instagram del artista @pepxromero


En perspectiva, considero que en ambos el desacuerdo que provoco en los usuarios de internet ayudo en gran parte a la movilización de su obra en internet como contenido viral. Mucha de la polémica en redes sobre ambas piezas no se centraba en los temas que argumentaban los artistas en su discurso, sino que venían de preguntarse si el arte contemporáneo es arte o no, y de la posible complicidad del artista en procesos cuestionables alrededor del mundo del arte. Por ejemplo, en los comentarios sobre el trabajo más reciente de Chavis Mármol, no faltaron usuarios que señalaran la obra del mismo artista como parte del proceso de gentrificación que lleva décadas sucediendo en la colonia Roma y que la misma pieza intentaba denunciar. Tampoco faltaron los comentarios en apoyo a la obra, estos últimos destacaban la decisión del artista por haber utilizado un carro Tesla como pedestal.  Este gesto “espectacular” contrasta con el símbolo de identidad nacional que supone un pasado indígena presente en el elemento del monolito de la cabeza olmeca.

Pero más allá de lo que quiso decir ó las referencias que Chavis Mármol consideró para realizar la obra. La mediatización, o viralización —para continuar usando una palabra más apropiada al contexto digital— del contenido, es parte de una tesis importante sobre la participación de los usuarios-actores en internet como una oportunidad para estudiar la compleja red de significados que sostiene la formación de imaginarios sobre lo significa ser mexicano. Esto es lo que me parece más relevante del mame de Chavis, porque es un caso muy acertado para pensar, en primer lugar, una tendencia dentro de la práctica del arte contemporáneo que mezcla signos prehispánicos, nacionales y de la cultura mainstream; y, en segundo lugar, pensar el papel que tiene la mediatización en la divulgación de este paradigma del arte.  Para ello, en este articulo propongo pensar el término “ola neo-mexa” como una etiqueta diferente a las categorías del muralismo y el neomexicanísima de los ochenta y noventa para caracterizar algunas de las diversas prácticas y discursos que podrían navegar esta ola.

Esta ola no es una corriente, es una ola. Y como tal solo existe en movimiento. Para entenderla mejor, partamos de establecer un punto en común entre los trabajos que podrían formar parte de ella. Este punto en común es la preocupación por problematizar la construcción de un discurso artístico en el que predominan signos e iconos del imaginario popular mexicano. En este sentido, los artistas neo-mexas aprovechan el humor del sinsentido para trabajar con elementos que parecieran no tener nada en común y construir un discurso muy personal, por ejemplo: elementos de la imaginaria prehispánica[3] mezclados con personajes de la revolución, el tequila, sombreros de mariachi, logotipos de marcas de lujo o de empresas transnacionales, personajes de videojuegos, arneses de bdsm, etc.

Este coctel de signos es una práctica en común para la ola neo-mexa, es un coctel de signos enraizados en la cultura popular, los manuales de conservación patrimonial, chats de internet y experiencias personales. La ola neomexa prepara este coctel declarando que los ingredientes necesitan ser actualizados, en este sentido algunos artistas parten de las preguntas ¿Desde mi experiencia qué otros elementos habría que incluir que me identifiquen como sujeto y no solo como mexicano?

Esta pregunta supone pensar en la elaboración de distintas nociones de lo mexicano, como parte de un discurso artísticos esta multiplicidad desafía la noción de consenso de otros discursos políticos como el del muralismo y está más en sintonía con el trabajo de artistas posmodernos en la década de los años ochenta y noventa como Nahum B. Zenil, Guillermo Gómez-Peña y la Pocha Nostra, Melquiades Herrera alias “el genio loco”, entre otros. Sin la intención de dar una definición y con la expectativa de mantener este articulo como una discusión, podemos quedarnos con una conceptualización de la ola neo-mexa, como una tendencia en la producción de arte contemporáneo que busca problematizar el proceso de construcción identitaria de lo mexicano; esto desde las condiciones aceleradas de modernización y globalización en la era de internet.

Para ello, me parece indicado señalar la importancia que tiene la apropiación de signos prehispánicos para la ola neo-mexa como un proceso creativo y no como una propuesta novedosa, y que esta práctica tiene su origen —para cada artista— de la observación de su entorno cotidiano.


[3] Por imaginaria prehispánica se busca hacer referencia a símbolos e iconos de las civilizaciones indígenas mesoamericanas que por su uso recurrente en la vida social moderna se han “vaciado” de la tradición en la que surgieron. Un ejemplo de esta imaginaria es la apreciación de signos prehispánicos en logotipos gubernamentales o como parte de las campañas de turismo. En conjunto, los signos prehispánicos forman parte de la lista de productos identitarios que se intercambian y consumen en contextos de globalización.


Circe Irasema. “Nueva colección prehispánica de danza aérea” Instalación en la explanada de Museo Nacional de Antropología e Historia ciudad de México 2019. Foto tomada de la página web de la artista: circeirasema.com


Para continuar con el desarrollo de la etiqueta, conviene destacar dos puntos clave para entender este origen en lo cotidiano. En primer lugar, cabe reconocer que la apropiación de signos prehispánicos y su descontextualización no es una práctica exclusiva de los artistas y está presente en objetos de consumo diario (basta con revisar billetes, marcas de alimentos, logotipos gubernamentales, etc.). En segundo lugar, trabajar con la descontextualización de cualquier signo permite a la obra poner en tela de juicio —desde el campo del arte— su lugar en los debates y tensiones culturales, en el caso específico de los signos prehispánicos lo que se debate la ola neomexa es su lugar “alrededor del discurso identitario del Estado-nación México”.


Still del video performance de Javier Ocampo “ANTROPOFAGIA” realizado en 2024. La imagen se tomó de la cuenta de Instagram del artista: @joto.grafias


Continuando con la metáfora de la ola. Esta tendencia en el arte contemporáneo va revolcando temas y debates sociales —no solo signos prehispánicos— y como resultado enturbia el agua y no nos deja en claro que estamos viendo. La ola neo-mexa, es un coctel de cosmogonías y tendencias tecnológicas, una mezcla con elementos disonantes que el vaivén de la ola va mezclando y que poco a poco va separando de su contexto originario. En este sentido, los signos prehispánicos forman parte de la obra de arte fuera de la tradición prehispánica, su uso se justifica porque indica un presente.

Esta descontextualización de símbolos es una característica que distingue a la ola neomexa de otras propuestas artísticas cuyos discursos exploran nociones decoloniales o reivindicativas del papel que tienen las comunidades indígenas contemporáneas. Estas otras propuestas viven y contradicen el proceso de mestizaje y no coinciden con el lugar de enunciación de la ola neo-mexa; aunque en ambos casos se aborde una crítica a los procesos de hibridación cultural (Canclini, 1990)

La principal diferencia es el lugar de enunciación. En la ola neomexa el autor no se identifica como indígena o únicamente como indígena, sino como un otro incompleto. Este otro sujeto —en construcción— que podríamos llamar mestizo o mexicano, pone en tela de juicio el lugar desde donde nos identificamos como habitantes del mundo y ciudadanos de un estado nación, se sitúa en la incertidumbre y la nostalgia. De este intercambio, la ola neomexa se apropia e hibrida elementos que surgen de la popularización de los videojuegos, series de televisión, la industria del porno, las franquicias transnacionales, marcas de lujo, etc.


Captura de pantalla del render en Paint 3d  del artista Leonardo Ascencio. La pieza fue elaborada para la bienal kirby 2020; esta bienal virtual fue organizada por @surtidoricooo y surgió en contexto de pandemia, la plataforma de exhibición fue Instagram. Imagen cortesía del artista. 


El antropólogo Néstor García Canclini propone el termino hibridación para pensar estos intercambios interculturales a partir de un contexto global. Propone este término sobre otros utilizados en la tradición antropológica como: sincretismo o mestizaje porque “abarca diversas mezclas interculturales -no sólo las raciales a las que suele limitarse mestizaje- y porque permite incluir las formas modernas de hibridación mejor que sincretismo” (p.15) y de esta manera extender las fusiones culturales más allá de los intercambios religiosos o de movimientos simbólicos tradicionales, e incorporar intereses económicos y políticos.

La ola neo-mexa se ocupa de estos procesos de hibridación como una manera de actualizar el concepto de identidad y lo mexicano. Algunos de los procesos más relevantes de hibridación que aborda podrían ser los regionalismos y extranjerismos, por ejemplo, la norteñización y la influencia de los videojuegos en nuestro imaginario. La ola neomexa parece apuntar a la investigación antropológica, pero cabe destacar que, a diferencia del trabajo de Canclini, la exploración de estos procesos de hibridación en la ola neomexa, no apuntan a ninguna investigación académica ni como una crítica sobre la complejidad intercultural o la representación política de comunidades indígenas; en todo caso la ola neo-mexa se ocupa de investigar la banalización de estos temas.


“sin título” 2021 del artista Eduardo González Tripp foto tomada de la cuenta de Instagram del artista @eduardogonzaleztripp


La proyección de la ola neomexa reside en la relevancia que ésta le otorga a habitar la incongruencia del discurso nacional de la raza de bronce y jugar con los empujones del FOMO[4] que se potencian con la vertiginosa velocidad del consumo de tendencias en la era del internet, como sucedió con el caso de Chavis Mármol.

¿Acaso el dialogo y las preguntas que se formaron en redes sociales son parte de la propuesta del arte contemporáneo?  Tal vez estaríamos sobreestimando la proyección del arte en redes sociales si afirmamos de manera rotunda.  Para indagar en esta pregunta, tendríamos que considerar, desde un estudio de audiencia, aquellas propuestas que persiguen la mediatización como estrategia de promoción, en este sentido, el objetivo es visibilizar su trabajo no importa a costa de que se diga o porque se vuelva tendencia determinado artista. Este argumento va muy bien con la facultad del paradigma contemporáneo de buscar romper los limites sobre lo que se entiende como arte (Heinich, 2017).  Para estos casos, el dialogo no es una propuesta crítica, ni siquiera relevante, es un medio de promoción.

 

Por último, agradezco a Alan Maqueda, Eduardo González Tripp y Leonardo Ascencio por aportar a la conceptualización de “ola neo-mexa" como una metáfora con la cual pensar la dicotomía centro-periferia frente a la condición liminal del arte en tiempos de internet.

El mar es un gigante de agua que no alcanzamos a ver dónde termina, tanto a lo lejos del horizonte como a lo profundo; pero que sabemos divide/conecta continentes y que salpica a quienes observamos desde las orillas de los mapas, desde las fronteras que intentar sujetar la identidad de lo mexa, empaquetarla, mandarla por paquetería a cualquier parte del mundo y hacer un unboxing en vivo desde YouTube.  La ola es una metáfora liquida del del movimiento del mar inmenso que reúne países, islas piratas y náufragos varados.

Para concluir, la ola neomexa surge a partir de la conceptualización de una categoría de análisis propia del contexto hibrido del México contemporáneo y las industrias transnacionales e internacionales. El prefijo neo, tiene la intención de caracterizar este intercambio sin ser una propuesta de vanguardia sobre un futuro utópico. Lo neo esta más relacionado con los futuros pasados que vimos en televisión, con el consumo identitario que llego a México con la fayuca y que explotó con internet. Lo neo, como en los emuladores de consolas, es una referencia a la posibilidad de salir de nuestra realidad inmediata, de crear avatares y de habitar una realidad pirateable con raíces profundas en nuestro pasado.

 

Referencias

García, N. (1990). Culturas Hibridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Editorial Grijalbo.

Heinich, N. (2019). El paradigma del arte contemporáneo. Estructuras de una revolución artística. Editorial Casimiro.

 


[4] FOMO es el acrónimo de: Feor Of Missing Out, es decir “miedo a perderse algo”. El diccionario de Cambridge lo incluye como parte de los neologismos que surgen como parte del lenguaje de internet y lo define como: “sentimiento de preocupación por la posibilidad de perderse eventos interesantes a los que asistirán otras personas, especialmente causados por cosas vistas en las redes sociales”

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